Levanten la mano
La camisa del zar
Estando enfermo un zar, dijo: “Daré la mitad de mi reino al que me cure”. Todos los sabios se reunieron para buscar una manera de curarlo, pero ninguno de ellos sabía cómo hacerlo. Solo uno declaró, que el zar podía sanar, y que para ello bastaba con encontrar a un hombre feliz, quitarle la camisa y pedirle al zar que se la pusiera.
El zar mandó a buscar a un hombre feliz, pero sus enviados recorrieron en vano todo el imperio. Encontrar a un hombre que estuviera contento con todo parecía imposible: uno era rico, pero enfermo; otro tenia buena salud, pero era pobre; otro que gozaba de buena salud y riqueza tenía una mujer y unos hijos poco amables; todos se quejaban de algo.
Una tarde en que pasaba delante de una pequeña cabaña, el hijo del zar oyó a alguien en el interior, que decía: “Gracias a Dios, trabajé bien, comí bien y ahora voy a dormir; ¿qué más puedo pedirle a la vida?”. El hijo del zar saltó de júbilo y ordenó que le quitaran la camisa a aquel hombre, que le dieran tanto dinero como quisiera por ella y que se la llevaran al zar. Los enviados entraron en la casa del hombre feliz para quitarle la camisa, pero como era tan pobre, ni siquiera tenía camisa.
León Tolstói, La camisa del zar, en Fábulas e historias, Bogotá, instituto Distrital de Cultura y Turismo, 2005.
Janneth Fierro Barahona (2008) Metáfora 5 , Bogotá. Editorial Norma